Vivimos en un mundo donde los cambios se suceden cada vez de forma más rápida. El ámbito turístico representa un escenario donde dichos cambios son particularmente visibles. En este contexto de retos para la adaptación permanente a nuevos escenarios resulta más que interesante contar con un aliado lo más estable posible. Este aliado existe. Hablamos de un factor esencialmente humano que ha permanecido constante a lo largo de toda nuestra historia: el juego.
Este aliado está ligado con la capacidad-necesidad que tienen los seres humanos de jugar, de disfrutar del juego propio y asistir al juego de otros. Y no solo en fases tempranas de nuestras vidas. Un ejemplo rotundo de esto es la importancia que cobra año tras año el llamado mundo gaming.
Todo un universo que ha trascendido el ámbito meramente del videojuego y que cuya carta de presentación ilustrada en cifras es tan llamativa como lo siguiente: en los últimos dos años su crecimiento ha sido del 20% y el volumen de negocio que supone a escala mundial es de 147.000 millones de euros. Supera con creces a otras manifestaciones del ámbito del ocio y la recreación.
Pues bien, la industria turística no debe quedarse fuera de juego (valga la expresión). Por ello está emergiendo con fuerza el fenómeno de “gamificación” de ciudades, comarcas, destinos turísticos. Empezaron haciéndose habituales las scaperoom en muchas ciudades del mundo, experiencias como Geocatching, Pokemon go, etc. Y ahora la fórmula que ya está llegando algunos destinos es convertir todo un barrio, una ciudad, una provincia… en un tablero de juego gigante.
Las calles, plazas, museos, monumentos, etc. se convierten así en escenarios de aventuras que ofrecen a los turistas una experiencia memorable y sobre todo, única, en cada lugar. Cada municipio, cada destino puede contar con una experiencia propia que no se parecerá en casi nada a las demás. Las implicaciones de este hecho son múltiples.
A través de los procedimientos propios de la gamificación (también se conoce como ludificación) se invita a miles de personas a solventar ciertos enigmas, pruebas, preguntas, retos… que tienen lugar durante un recorrido por el destino. Así los turistas conocen nuevos rincones, nuevas experiencias, prueban platos desconocidos, visitan establecimientos especiales, ofertas únicas que quizá antes pasaban desapercibidas. Y todo ello con el valor añadido de fusionar la experiencia turística con la necesidad tan humana de jugar, de sentir la adrenalina propia del juego.
Los beneficios de contar con un destino gamificado con respecto a otro tipo de experiencias relacionadas con el turismo podrían ser resumidos en los siguientes puntos:
-permite a los turistas sentir “inmersión” en el entorno, sentir que forman parte de las calles, de sus gentes, de la realidad que se presenta ante ellos.
-las inversiones necesarias para gamificar un destino son considerablemente modestas en relación a otro tipo de actuaciones.
-su gran nivel de flexibilidad para crear flujos de turistas a los lugares deseados y descongestionar así otras áreas.
-su eficacia a la hora de poner en valor activos turísticos como la historia, las tradiciones, el arte, etc. que de otro modo quedan en segundo plano.
-la capacidad de generar una base de datos con un grado de segmentación del todo útil para los gestores del destino.
-la sostenibilidad que implica su ejecución ya que no genera ningún tipo de contaminación, ni visual, ni acústica, ni medioambiental. Un factor totalmente en consonancia con los ODS.
-la inmediatez de las intervenciones y los cambios, que se pueden acometer en pocos días y de forma telemática.
-la contribución económica con los distintos elementos de la experiencia turística, porque puede apoyar de forma directa a museos, comercio local, restauración, etc.
-La implicación de la ciudadanía, como pocas otras experiencias lo permiten, contribuyendo así a evitar fenómenos como el rechazo al turismo, etc.
En definitiva, estamos ante una gran herramienta que ha venido para quedarse. No es cosa del futuro aunque lo parezca. Es un presente halagüeño y lleno de posibilidades para cualquier destino, desde pequeños municipios hasta grandes urbes. En un mundo con 3.500 millones de teléfonos móviles, los destinos turísticos están más que invitados a jugar esta partida y ofrecer sus mejores galas en el ámbito de la gamificación.
CEO Giant Interactive Maps