Nuestro mundo ha cambiado, es evidente, y para los que trabajamos en el ámbito del turismo rural nunca nada será igual. Desde estas líneas me gustaría aportar una visión de cómo esta pandemia dará mucho más protagonismo a un sector, hasta ahora menor, dentro del gran motor económico que es el turismo en nuestro país.
Por ponernos en contexto, de entre los casi 84 millones de turistas extranjeros que recibió España en 2019, el INE registraba menos de un millón de viajeros rurales internacionales. En total, nuestro mercado mueve 4,4 millones de personas y casi todos son españoles. Por tanto, nuestra participación en el 12% que el turismo aporta al PIB es mínima.
Ahora bien, el turismo rural siempre ha estado vinculado a otros muchos factores que lo hacían, no solo positivo, sino imprescindible para sustentar el tejido empresarial de la tan comentada España vaciada. Sin embargo, también sabemos que ser empresario en el mundo rural es complicado, principalmente por una carencia de conectividad que hasta un 34% de esos propietarios señalan en nuestro Observatorio del Turismo Rural.
Si este era nuestro pasado, ¿cuál será nuestro futuro después del coronavirus? Esta crisis sanitaria, que va aparejada de la económica, nos sitúa en un escenario en el que la transformación digital pasa a ser un reto inmediato. Lo que antes se señalaba como importante se convierte en urgente y el uso de las nuevas tecnologías no entenderá de fronteras entre lo urbano y lo rural.
Teniendo en cuenta que dicha tecnología no debería ser un fin sino un medio, la disrupción en el ámbito rural sería simplemente el hecho de contar con ella como un bien de primera necesidad para dejar de vivir como ciudadanos de segunda.
No estamos hablando de nada sofisticado, sino de cosas muy esenciales, como la conexión de banda ancha, la digitalización de los negocios tradicionales y el uso de las tecnologías para resolver problemas o crear oportunidades.
De hecho, la resiliencia del sector reside en la gestión eficaz de los destinos y empresas turísticas, en los que no haya carencias que impidan trabajar de manera eficaz, promocionarse adecuadamente y responder online y ontime a las necesidades de una demanda hiperconectada.
Con todo lo comentado creo que es evidente que para mí la tecnología es tan importante como el uso que se haga de ella. Por tanto, antes y después de la tecnología están las personas que la utilizan.
En turismo rural, al referirnos a las personas hablamos, sobre todo, en femenino. El protagonismo de la mujer en nuestro sector ha sido, es y será fundamental. Por un lado, la mujer es la principal decisora a la hora de planificar un viaje. Por otro, en los pueblos de menos de 20.000 habitantes viven siete millones de mujeres, muchas de ellas situadas bajo el prototipo de amas de casa, cuando su participación en las tareas del campo ha sido similar a las del hombre.
El turismo rural es una oportunidad para las emprendedoras, que son las que en la mayoría de los casos se hacen cargo de este tipo de negocios, por lo que esta actividad contribuye a poner freno al ya acusado éxodo femenino y a la elevada tasa de paro.
En resumen, creo que el futuro del turismo rural será o debería ser muy diferente, pero eso está en manos de todos. Los mensajes de cara a la vuelta a la normalidad por parte de los expertos turísticos son alentadores y la apuesta por el turismo nacional parece clara, pero debemos aprender de un virus que ha destapado nuestras principales carencias. El reto será estar a la altura de las circunstancias y que éste sea solo el punto de partida para ser más competitivos y, sobre todo, más sostenibles.
Directora de Relaciones Institucionales de EscapadaRural.com
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