El compromiso con el desarrollo sostenible no es una cuestión reciente. Ya desde la primera Cumbre de la Tierra, en 1972, las Naciones Unidas (NNUU) han venido liderando un proceso de reflexión para sensibilizar sobre la necesidad de atender los grandes retos del desarrollo humano y promover la implicación activa de todos los países y sus sociedades en esta tarea. Desde entonces, se han propuesto diferentes instrumentos para contribuir a la consecución de metas concretas adecuados a cada momento y su contexto, como la Agenda 21 o los Objetivos del Milenio.

Estos instrumentos se revisan periódicamente para atender con más precisión a los retos específicos que se plantean. Actualmente, el instrumento para contribuir al desarrollo sostenible es la Agenda 2030 propuesta por NNUU en 2015, la cual establece 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para que puedan ser incorporados por las estrategias de desarrollo en cualquier país del mund

Los objetivos se desglosan en metas que ayudan a concretar objetivos macro en acciones a diferentes niveles de competencia. Alcanzar estas metas es responsabilidad de todos, gobiernos nacionales, regionales o municipales, sector privado o sociedad civil, independientemente del ámbito sectorial de responsabilidad de cada uno.

Concretamente, en el sector turístico, la vinculación de la actividad al territorio, los recursos públicos, naturales y culturales, así como la capacidad del sector para crear empleo y riqueza, entre otros factores, hacen que la industria turística tenga un papel muy importante en el desarrollo sostenible de cualquier territorio, tanto por sus beneficios como por las posibles externalidades derivadas de una gestión inadecuada. Por ello, desde los diferentes niveles de gestión turística se debe realizar un esfuerzo importante para fomentar un desarrollo sostenible del sector, desde su perspectiva social, económica, cultural o medioambiental.

La Organización Mundial del Turismo, como agencia especializada de NNUU, fue uno de los primeros organismos en impulsar la consecución de los ODS en la actividad turística, reconociendo la capacidad del sector para lograrlos e identificando ejemplos de aplicación en diferentes países y organizaciones, ya que, en muchas ocasiones, “aterrizar” objetivos tan macro en actuaciones muy micro de gestión turística puede ser complicado.

El Gobierno de España también ha contribuido a definir líneas de actuación específicas para conseguir los ODS en el marco de la Agenda 2030 de España, así como también la Secretaría de Estado de Turismo está definiendo su estrategia turística en clave de sostenibilidad y alineada con la Agenda 2030.

Adicionalmente, desde la Secretaría de Estado de Turismo, a través de SEGITTUR, se está impulsando el Programa de Destinos Turísticos Inteligentes (DTI), que propone un modelo de gestión turística basado en cinco ejes (gobernanza, innovación, tecnología, sostenibilidad y accesibilidad), cuya relación y capacidad para contribuir a la consecución con los ODS es indudable.

Este programa propone, entre otros, un proceso de revisión interna de los destinos contrastado con una batería de requisitos, cuyo grado de cumplimiento indicará cuáles son las acciones prioritarias a llevar a cabo para favorecer la competitividad del destino, una gestión más eficiente y su desarrollo sostenible. Concretamente, la metodología de diagnóstico de destinos inteligentes analiza más de 400 ítems, agrupados en ámbitos de evaluación, que repasan los cincos ejes de un DTI.

El modelo tomó como referencia diferentes recomendaciones y sistemas de evaluación, nacionales e internacionales, entre los que no podía faltar la Agenda 2030 de NNUU.

Los ODS pueden parecer a simple vista objetivos muy amplios y ambiciosos, pero una mirada con detenimiento a cada una de las metas asociadas a ellos facilita la identificación de acciones que se pueden llevar a cabo desde cada ámbito de la gestión turística para conseguirlos.

Este es precisamente el trabajo que hemos llevado a cabo en SEGITTUR, para identificar la relación existente entre cada requisito de la metodología DTI y los ODS, habiendo muchos ejemplos de relación entre ellos. Así, el cumplimiento de los requisitos de un DTI contribuye directa o indirectamente a alcanzar muchas de las metas de los 17 ODS.  Podemos destacar algún ejemplo concreto como el Objetivo 4 “Educación de calidad” y su meta 4.7 “Adquirir conocimientos necesarios para promover el desarrollo sostenible”, que es directamente un requisito de la metodología DTI, “fomentar programas formativos en materia de desarrollo turístico sostenible en el destino, su ente gestor y el sector privado”.

Otro ejemplo relacionado con el Objetivo 5 “Igualdad de género” serían los requisitos orientados a maximizar la inclusión de la mujer en el sector turístico y la igualdad de condiciones laborales. Otros objetivos, como el 6 “Agua y saneamiento”, el 7 “Energías renovables” o el 11 “Ciudades y comunidades sostenibles”, son precisamente la base del eje de sostenibilidad del modelo de Destino Turístico Inteligente; y otros,  como el 13 “Cambio climático”, 14 “Flora y fauna acuáticas” o el 15 “Flora y fauna terrestres”, han protagonizado los modelos de desarrollo turístico sostenible desde hace décadas, siendo también protagonistas del modelo DTI.

El disfrute de los recursos turísticos es un derecho de la sociedad presente, siendo responsabilidad de todos su preservación para el disfrute por parte de sociedades futuras. Los gestores de destinos y todos los actores del sistema turístico, cada cual desde su ámbito competencial, deberán apostar por modelos de gestión y comercialización que prioricen la sostenibilidad turística. Éste es precisamente el objetivo del modelo propuesto para los Destinos Turísticos Inteligentes; de ahí el fuerte peso del eje de sostenibilidad y su relación con los ODS. Gracias a la aplicación de la metodología de diagnóstico y planificación DTI estaremos contribuyendo a crear espacios turísticos más sostenibles y, por tanto, inteligentes.

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